Ibizkus 2010

Este es el rosado de moda en la isla Pitiusa, capital del glamour veraniego y de la fiesta mundial.

Un vino de botella transparente para presumir de flores blancas (lirio) y de un color rosado light. Un rosé de lujo que recuerda a los mejores ejemplares de Provenza para catar el verano junto la brisa del mar. En la copa se intuye esa buena humedad, la tierra rojiza y el agua cristalina. Color vivo y paradisíaco que proviene de las no más de cinco de maceración con el abrigo de su piel. Un cupage eminentemente mediterráneo de tempranillo, syrah y como protagonista absoluta la monastrell en un escenario de tierras argilo-calcareas.

La fruta sin sobremaduración y la acidez amable pellizcan el paladar con pensamientos de hierbas ibicencas. Sus principios morales, nos cuenta Laurent Frésard, son el equilibrio, el origen y la originalidad. Por ello no hay sangrado en su elaboración: las uvas se han recolectado exclusivamente para hacer este tipo de vino. Gentilmente se ha depositado el vino en prensas neumáticas durante dos o tres horas. Unos 25 hectólitros por hectárea para poder degustar Ibiza de un sorbo. O al menos, el magnetismo de esta isla, que combina gastronomía de fusión con la que este vino brilla aún más. Los recuerdos a la flor de azafrán, el paso delicado y firme baila en la boca al ritmo de las olas del mar. Entra suave y cítrico; se despide dejando los secretos de los frutos rojos.

Tendencias, estilo, balear salvaje, calas escondidas, el sol que ilumina las vacaciones, gente guapa… ¡y de fondo se oye la música de David Guetta! ¡Pink Power!